Llueve
y llueve otro día más, parece que el cielo se ha olvidado de dónde está y no
deja de regalarnos agua, uno lo agradece, al menos en mi caso. Volvemos de
nuevo al blog, esta vez con la intención de hablar sobre ese gran momento de
pánico para muchos, pero a la vez, tan deseado. La entrevista de trabajo.
¿Cómo
actuar en ella? ¿Qué me va a preguntar? ¿Me pondré nervioso? ¿Estoy
preparado para el trabajo? ¿Cómo debo ir vestido?
Son dudas que atormentan a
muchos antes de enfrentarse a una entrevista de trabajo, llegando al punto en
el que estos temores influyen negativamente en la persona a la hora de
enfrentarse en una entrevista, llegando a comportarse como un robot o alguien
tan inseguro que resulta incapaz para un puesto de trabajo o una
responsabilidad.
En mi humilde opinión, en
la que no he asistido aún a ninguna entrevista de trabajo, creo que lo
principal es el conocerse a uno mismo (currículum, capacidades, puntos fuertes…)
y el puesto de trabajo que solicitamos (empresa, valores, capacidades
requeridas, cultura de la empresa…). Por supuesto, lo más importante, como
siempre en todo esto es la actitud y la seguridad en uno mismo. El paso complicado
ya está dado, te han llamado para una entrevista, eso es porque algo les ha gustado,
deberías estar mucho más seguro de ti mismo en este momento, lo restante es
mostrarte seguro de que eres la persona idónea para ese trabajo, que no es la
respuesta a tus plegarias u objeto de súplica, sino la oportunidad para
desarrollar tus capacidades y crear una relación en la que se coopere y se
crezca de manera conjunta.
Pasando a un nivel
personal, como ya he dicho, no he asistido a ninguna entrevista de trabajo,
pero sé de la importancia de esta para conseguir un puesto de trabajo. Existen
una cantidad importante de frases que te dice la gente sobre las entrevistas de
trabajo del tipo: “no preguntes el sueldo” “tienes que ir bien vestido” etc.
Todos ellos tienen su parte de razón pero no deben sacarse de contexto.
Por supuesto que no
podemos preguntar el sueldo nada más llegar ni demostrar que nuestro interés
máximo es el de ganar dinero, aunque así lo sea. Obviamente, tampoco podemos ir
a la entrevista de trabajo en pijama, disfrazado, o dando una imagen que
realmente no transmita confianza o simplemente, características de una persona
cuerda.
Pero, el mismo encargado
de recursos humanos o persona que nos haga la entrevista, sabe que el sueldo es
una parte más que importante y lo que más preocupa a la gran mayoría de
solicitantes, por lo que debe ser facilitador del tema del sueldo, a final de
la entrevista o cuando se dé, pero no por una pregunta de sueldo se debe
excluir a la persona, estamos en tiempos difíciles donde la necesidad está
haciendo que las personas temamos demasiado, el miedo, no es buen consejero.
En cuanto a la vestimenta,
creo que es importante en primer lugar, ser uno mismo. Y segundo, diferenciar
entre puestos de trabajo. No es lo mismo un puesto de trabajo como directivo de
un banco, que para creativo de una agencia de publicidad. Lo más importante es
sentirse cómodo, y obviamente, causar una buena impresión, pero sobre todo, una
impresión acertada.
Realmente, lo más importante
es la actitud y cómo se desenvuelva uno en una entrevista, ya que, cualquiera
puede vestirse bien, por lo que debemos destacar en la entrevista por todo lo
demás (sin dejar de lado, repito, la apariencia).
Ante el tema de las
videoconferencias tan de moda últimamente, las preocupaciones deben ser las
mismas. Seguridad en uno mismo, conociendo quién somos y dónde queremos
trabajar. Todo ello, junto con la prueba anterior a la entrevista del programa,
ancho de banda, cámara, apariencia del entorno que aparezca en la imagen…
Parece algo típico de
libro de autoayuda y de aquello que todos dicen, pero realmente, lo mejor que
puede hacer uno para una entrevista es saber bien qué quiere, pensar qué
podrían querer saber de ellos para un trabajo, y conocer la empresa o puesto al
que optamos. Si no confiamos nosotros mismo en uno mismo y en que podemos
llevar un puesto de trabajo a la perfección, no esperemos que confíen los que
no nos conocen. Si llegan a depositar la confianza en nosotros, esta se
responde con actos, ya que como dijo Aristóteles:
“Los
discursos inspiran menos confianza que las acciones”
Hasta pronto
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